miércoles, 2 de septiembre de 2009

La Mari.



Pequeña, los primeros años de conocerte pensaba: Vaya tía. Tan guapa, y tan segura de si misma. ¿Cómo alguien puede tener tanta confianza en si mismo? Con el tiempo he aprendido que las cosas no son siempre como parecen. Que creemos que la hierba del jardín del vecino siempre es más verde que la nuestra. Pero al final, todos somos humanos, todos tenemos nuestras debilidades e inseguridades. Con el tiempo, he conocido la tuyas (y tu las mías, claro). Pero lo curioso es que eso no me hace admirarte menos. Todo lo contrario, te ha humanizado, por decirlo de alguna manera.

Eres especial, te lo tenía que decir. Una mezcla casi perfecta de inocencia, desparpajo, locura, vulnerabilidad y libertad.

Me encanta estar con vos.

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