Ayer noche volví a ver, después de algunos años, la que está entre mis películas favoritas: “Todo sobre mi madre”, de Almodóvar.
Tumbado en el sofá de casa de M, no me pasó como otras veces, que me duermo a los 3 minutos. Esta vez, estuve toda la película enganchado, como si fuera la primera vez, captando mil detalles que no había visto en las otras veces, como si la película se hubiese escrito para mis ojos. Y se me pasó rápida como si fuese un cortometraje.
Y durante ese rato, un juego de masajes y caricias en la pierna me hacía recordar con mucha rabia que te quiero aquí a mi lado. Para vivir las cosas del día a día. Para estar tumbados en una noche de agosto en casa de M, acariciándote la pierna. A ti. Y hacerte tener ganas de mí.
Porque no sé si pido mucho, pero es que tengo mucho que dar. Me muero de ganas de darte, de compartir.
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